MANIFIESTO POR LA TRANSFORMACIÓN SOSTENIBLE DEANDALUCÍA

MANIFIESTO POR LA TRANSFORMACIÓN SOSTENIBLE DEANDALUCÍA

El desafío andaluz de su reconversión verde

Todos somos conscientes de la importancia del agua como elemento de vida y bien común para la supervivencia de los seres vivos que habitamos la Tierra. Sin lugar a dudas, el mayor beneficio que nos proporciona el agua, comúnmente llamado «oro azul», es el uso que hacemos de ella para hidratarnos. No obstante, el agua desempeña otros múltiples usos en nuestro día a día; usos en el riego de cosechas de agricultura de regadío, en las industrias, en el agua que utilizamos con fines domésticos (cocinar, asearnos y limpiar), etc. De esta forma, el agua se considera uno de los indicadores más importantes de salud pública de cualquier población.


Por otro lado, fuera del ecosistema antrópico, el agua es el estabilizador de la Tierra, ya que controla los climas y limpia la atmósfera de partículas contaminantes. También es
considerado el disolvente universal por excelencia, pues en ella es posible solubilizar casi todas las sustancias y, por si fuera poco, también gracias al agua las plantas son capaces de absorber sus nutrientes.


Por todo ello, proteger y conservar el agua es de vital importancia, especialmente si tenemos en cuenta el grave conflicto de la escasez de agua. La sequía es uno de los problemas más acuciantes que padece nuestra tierra. Los efectos del cambio climático están haciendo estragos en los recursos hídricos de Andalucía. Nuestra tierra ha cerrado el año 2023 con 2.459 hm3 de agua embalsada, lo que supone un 20,50% de nuestra capacidad de contención total de agua (datos extraídos de los registros oficiales con fecha 4/12/2023).

Estos datos revelan un flagrante problema de escasez hídrica si tenemos en cuenta que en la misma semana de hace un año los datos ascendían a 2.660 hm3, alcanzando el 22,18% de capacidad máxima, y la misma semana de diciembre de hace 10 años la cantidad de agua embalsada ascendía a 5.799 hm3, un 48,35% del total.


Según estas cifras, Andalucía tienen menos de la mitad de agua que tenía hace 10 años, un dato que evidencia un gravísimo problema vital y económico. Nuestra tierra es una de las más vulnerables y afectadas por la sequía, un hecho que se agrava si tenemos en cuenta la realidad del sistema productivo andaluz en el que el sector primario y terciario suponen la base del sostenimiento de nuestra economía global y familiar, del sistema laboral y de la riqueza directa de una gran parte de nuestras comarcas.


En esta situación se hace difícil poder ahondar en políticas restrictivas a nivel comunitario.

Sin duda, se trata de un problema que ha dejado de ser coyuntural para convertirse desde hace muchos años en estructural y que por tanto precisa de medidas generales y sostenidas. Andalucía no puede hacer frente a este problema de agua con medidas específicas de un plan de choque sino que necesita replantear todas sus políticas de desarrollo de forma integral para que la vigilancia de los recursos hídricos sea una máxima en la gestión diaria de las políticas que se apliquen en Andalucía.
Hay que recordar que la capacidad agrícola que tiene nuestra tierra es tan alta que puede alimentar a 500 millones de personas en el mundo según las estimaciones del propio sector. Ese potencial se viene aminorando paulatinamente debido de forma directamente proporcional a la escasez de agua que padece nuestra tierra. Sin agua es imposible mantener de forma competitiva nuestro sector agrícola y hortofrutícola andaluz.

Como responsables públicos debemos apostar por medidas verdes, que protejan nuestro entorno medioambiental, por la economía circular y azul, y por medidas tendentes a proteger un desarrollo sostenible del planeta.

Los futuros cortes de agua que se prevén en el horizonte harán muy difícil la supervivencia de nuestro sector primario pero también de nuestro sector turístico, que debido a su impacto en el sistema laboral y en la economía global de nuestra tierra vislumbra un problema muy grave en el futuro andaluz.
Sin embargo, la Junta de Andalucía solo ha ejecutado el 24% de los recursos económicos que tiene reconocidos para combatir este desafío y de los recursos provenientes de la Unión Europea solo ha ejecutado el 16% del presupuesto para las políticas de agua de los que dispone para este año.
En este escenario, las plantas desaladoras se erigen como un resorte fundamental para avanzar en el futuro hídrico de nuestra tierra, aportando, en parte, el agua que poco a poco estamos dejando de embalsar por la escasez de la pluviometría.
Por otro lado, y al deberse a una cuestión amplia, transversal y holística, se trata de un problema que tiene muchas aristas y situaciones puntuales como por ejemplo los robos de agua en zonas tan significativas como Sierra Nevada o Doñana, un proceder ilegal que condena el desarrollo de esas zonas y ahonda aún más en que la respuesta a esta
problemática debe comprender un cambio de mentalidad, de fiscalización social respecto a los usos y de una gestión integral del proceder político de nuestros poderes públicos a todos los niveles, empezando por el municipal y más cercano.
Ante esta difícil situación, desde Andalucía Por Sí nos gustaría dejar patente nuestro apoyo a la sostenibilidad medioambiental y cuantas acciones puedan contribuir a la mejora del planeta en cuanto a la preservación de sus recursos finitos entendiendo que es necesario rechazar las medidas de cualquier administración que se realicen de forma lineal sin tener en consideración las especificidades de cada territorio y condenando a algunos de ellos a tener que modificar sus ingresos, turismo y mantenimiento económico.

Abogamos por impulsar desde el ámbito local medidas, campañas, eventos o foros encaminados a concienciar sobre la situación de sequía que padecemos y cómo podemos
contribuir de forma particular como ciudadanos y ciudadanas comprometidos medioambientalmente a mejorar dicha situación.
Se hace obligatorio en este escenario de extrema necesidad reconocer en los foros legales oportunos la singularidad hídrica de Andalucía y solicitar medidas compensatorias para nuestra tierra que pasen por la dotación económica necesaria para que el PIB andaluz no se vea afectado a la hora de aplicar medidas restrictivas que disminuyen la capacidad turística, deportiva y lúdica de una economía donde estos elementos son vitales.
Por otro lado, reivindicamos la total ejecución de cuantos recursos económicos puedan ponerse a disposición de este vital desafío como apuesta de los poderes públicos por la reconversión del sistema social y económico andaluz en un modelo sostenible, seguro, no dependiente y autónomo.
Andalucía tiene que transformarse y poner al líquido elemento en el centro de sus acciones, impulsando cambios y reformulando las estrategias a todos los niveles, ya sea el educativo (concienciando y estudiando posibles soluciones), el social (tratando de informar a la población sobre el buen uso de un recurso finito), económico (transformando nuestro sector primario y terciario fundamentalmente para hacerlos más competitivos y eficientes respecto a los recursos hídricos), laboral (teniendo en cuenta que estas nuevas acciones comprenderán oportunidades de futuro para el sector de la desalación, investigación o la comunicación entre otros), etc.
En 2018, un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) advertía que la escasez de agua afectará a 5.000 millones de
personas de aquí a 2050. Esta terrible realidad tiene que obligar a replantearnos si el gasto hídrico por persona es el adecuado o estamos derrochando agua no necesaria, la desigual y en ocasiones letal distribución no equitativa del agua, el continuo vertido de elementos tóxicos a los caudales que inutilizan para el consumo dichas aguas, o la urbanización masiva y el continuo éxodo campo-ciudades.
El agua está en peligro y como bien esencial escaso su cotización puede conllevar desde conflictos entre estados a nivel mundial, pasando por problemas sanitarios de consumo de aguas no convenientes, y terminando en el estrés hídrico que generaría en la economía y el mundo empresarial verse sin capacidad de obtener el nivel mínimo de agua necesario para mantener su actividad.
El reto pasa por transformar de forma sostenible el recurso más necesario de todos, emprender cambios profundos a todos los niveles para hacer de Andalucía una tierra menos expuesta a la necesidad hídrica, mejorando la productividad sostenible y eficiente, reconvirtiendo nuestros usos cotidianos y educando a vivir en una sociedad altamente dependiente de su propia capacidad de eficiencia.

Andalucía necesita de una transformación sostenible, una revolución verde, un salto estructural que nos sitúe de cara al futuro y nos adapte a las nuevas circunstancias,
afrontando el mayor de todos los desafíos futuros, la escasez de agua.

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